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“CRECIENDO JUNTOS” 

Los niños de hoy viven en un mundo diferente en el que crecieron sus madres y sus padres. Esto conlleva reconsiderar la educación de sus hijos e hijas y, en algunos casos, aprender de nuevo a educarles. El objetivo de este documento es ofrecer a los padres orientación para comprender sus responsabilidades como padres y madres en siglo XXI. Está basado en el informe del Consejo de Europa “Parenting in contemporary Europe: a positive approach”, publicado en 2006. 
Parentalidad es el aprendizaje de la cooperación a través de “dar y recibir” entre padres e hijos en el marco del respeto de la integridad de cada uno. Sabemos que algunas conductas parentales son positivas para los niños. Ellos, al igual que los adultos, cooperan mejor con personas que les tratan con amabilidad, respeto, comprensión y reconocimiento. 
*Visión del niño y función de los padres* 
*Hoy en día, niños y niñas son considerados personas con sus propios derechos, no como propiedad de los padres. Los niños y las niñas son competentes y capaces, pero también necesitan protección y orientación que les permita disfrutar de su infancia y posteriormente convertirse en adultos que se desenvuelva bien en la sociedad. Se estima de mayor importancia que los padres sean capaces de proporcionar a sus hijos: 
Cuidados básicos: Garantizar la cobertura de las necesidades físicas del niño, por ejemplo alimento, afecto, cobijo, higiene, ropa    adecuada y cuidados médicos.
Seguridad:Garantizar que el niño esté seguro, protegiéndole de daños y peligros, tanto en el hogar como fuera de él 
Afecto: Garantizar que el niño reciba apoyo emocional y se sienta valorado.
Estimulación: Estimular el aprendizaje y el desarrollo intelectual del niño hablando con él, animándolo a jugar y jugando con él y mejorando sus oportunidades educativas.
Orientación y límites:Proporcionar orientación y límites y enseñarle a comportarse ƒ Estabilidad: Proporcionar permanentemente el afecto necesario, responder necesidades y garantizar que se relacione con personas importantes para  él/ella.                                 

La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN): una herramienta para hijos e hijas y sus padres y madres El Consejo de Europa promueve los derechos de la infancia (el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales, la Carta Social Europea y la Carta Social Europea revisada) y cumple escrupulosamente con las obligaciones de la Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño (CDN), del que todos los Estados Miembros son partes. 

La CDN: 

Considera al niño como titular de derechos y establece normas para los Estados, acerca de los derechos que deben garantizarse a todos los menores de 18 años. Algunas obligaciones afectan directamente a los estados, mientras que otras van dirigidas a padres o tutores legales del niño; 

Asigna a los padres o tutores legales del niño la responsabilidad fundamental de educar a su hijo y facilitar su desarrollo y establece que su principal preocupación debe ser el interés superior del niño. Esto significa que el bienestar y el desarrollo del niño debe de ser lo prioritario en la parentalidad; ƒ Pide a los Estados que reconozcan las responsabilidades de los padres y les presten apoyo en la educación de sus hijos; ƒ Pide a los Estados que intervengan para proteger al niño en caso de negligencia o maltrato por parte de los padres.


ANEXO 2

La visión de la parentalidad según la CDN 

La Convención de Naciones Unidas sobre los Derechos del Niño recoge el derecho del niño a la protección (a ser tratado sin violencia) y el derecho a la participación (respeto a sus opiniones). 
También subraya la importancia de que cada niño desarrolle al máximo su potencial, y reconoce que las necesidades relacionadas con el desarrollo evolucionan en el tiempo y según las distintas etapas de su vida. 
De acuerdo con las disposiciones de la CDN padres y madres deben proporcionar a sus hijos e hijas cuidado, educación, protección, estructura y reconocimiento como personas con derechos propios y capacitarlos para que actúen como individuos. 
La parentalidad positiva incluye los siguientes comportamientos y valores parentales: 
Cuidado y protección (Comportamiento nutricio) que permite responder a la necesidad de amor y seguridad del niño. El niño necesita aceptación, sensibilidad, receptividad, implicación y apoyo de sus padres. Los padres pueden mostrar a sus hijos afecto y alegría, reconfortarles si están angustiados, hablar con ellos sobre lo que les preocupa, mantener un clima afectivo positivo en el hogar y ofrecer seguridad y cuidados básicos. Esto permite a los niños explorar el mundo y recurrir a los padres cuando se sienten desgraciados o angustiados. 
Estructura y Orientación que proporcionan al niño sentimiento de seguridad y de previsibilidad que le ayudan a aceptar la responsabilidad de sus propias conductas, le permiten tomar conciencia de las necesidades de los demás y desarrollan su autocontrol. Para ello, los padres deben ayudar a sus hijos a comprender sus normas y fijarles límites adecuados y razonables teniendo en cuenta sus opiniones y reacciones. Los padres también deben establecer una rutina diaria ordenada (pero no rígida), con horarios regulares para las actividades familiares. Es importante ser flexible, hablar y negociar con el niño a medida que crece. 
Reconocimiento que se refiere a la necesidad del niño de ser visto, escuchado y valorado como persona. Requiere que los padres muestren interés por sus experiencias cotidianas, le escuchen, traten de comprender su punto de vista y le ayuden a expresar sussentimientos. Los padres deben también permitir que el niño se exprese y participe activamente y de manera apropiada en la vida familiar y en la toma de decisiones. 
Capacitación (Desarrollo de la autonomía del niño) que se refiere a mejorar la sensación de competencia y de control personal del niño y la habilidad para influir en las actitudes y conductas de los demás. Los padres pueden centrarse en los aspectos positivos del niño y expresar confianza en su potencial. Además, los padres pueden crear situaciones que les permitan aprender, descubrir nuevas experiencias y desarrollar sus relaciones sociales. Todos los niños atraviesan periodos en los que tienen un comportamiento más maduro y otros en los que tienen comportamientos más infantiles. Es importante que los padres acompañen al niño y le ayuden a pasar a la siguiente etapa de su desarrollo. 

En resumen, “la parentalidad en el mayor interés del niño” significa educar a niños y niñas de forma 

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que puedan desarrollarse lo mejor posible en el hogar, en el colegio, con los amigos y en la 

comunidad. Sabemos que los niños lo hacen todo mejor cuando sus padres se muestran cariñosos y 

comprensivos, pasan tiempo con ellos, conocen su vida y comprenden su conducta, esperan que 

cumplan las normas, les animan a comunicarse abiertamente y reaccionan ante las malas conductas 

aplicando medidas adecuadas y explicaciones en lugar de castigos severos.


ANEXO 3 RAZONES PARA EDUCAR A NIÑOS Y NIÑAS SIN VIOLENCIA

El castigo corporal contraviene los derechos humanos de niños y niñas y constituye un atropello a su dignidad e integridad física. El castigo corporal no debe permitirse en Europa según el Convenio para la Protección de los Derechos Humanos y las Libertades Fundamentales y el artículo 17 de la Carta Social Europea revisada. 
Algunos padres creen que el castigo corporal (golpear al niño con la mano, una vara o un cinturón) constituye una forma eficaz de conseguir que el niño haga lo que se le ha ordenado. Aunque estos niños terminen haciendo lo que se les exige en ese momento, los efectos negativos de este tipo de castigo pueden durar toda la vida. 

Sabemos que los niños que han sufrido castigos corporales tienen generalmente

- peor salud mental (menos confianza en sí mismos, más depresión), 

- peores relaciones con sus padres (es decir, la violencia no les enseña a respetarlos sino a temerles, empuja a los niños a oponerse a sus padres y a vengarse o a apartarse de ellos), 

- menos autocontrol y normas morales más débiles (la violencia no enseña a los niños los motivos por los que deben comportarse correctamente o cómo hacerlo),    

- conducta más agresiva y antisocial (el castigo corporal transmite a los niños la impresión de que la agresión puede ser normal, aceptable y eficaz).

También sabemos que los adultos que han sufrido castigos corporales siendo niños tienden a tener más problemas de salud mental y a mostrar mayores niveles de conducta criminal y antisocial, incluyendo violencia familiar, que los adultos que no han sufrido este tipo de castigos. 
Sin embargo, el castigo corporal no es la única conducta que repercute gravemente sobre la salud del niño. También es importante evitar otras conductas degradantes y humillantes hacia el niño, como burlarse de él, hacerle sentirse no querido o inepto, o asustarlo con frecuencia. 

Recomendaciones prácticas para una educación no violenta Educar al niño de forma no violenta no quiere decir fomentar un estilo de parentalidad permisivo. Los padres que están convencidos de que el castigo corporal es tan ineficaz como humillante para el niño, encuentran otras formas de resolver conflictos y de hacer respetar las reglas de comportamiento que han establecido. Entre las formas no violentas de responder a la conducta errónea, perjudicial, peligrosa o antisocial del niño se incluyen: 

- con niños más pequeños: distraerles antes de que se inicie el problema, calmarles practicando formas alternativas de hacer algo juntos, conseguir   que escuchen y se den cuenta de lo que han hecho mal, tomar distancia de la situación y hablar más tarde cuando los ánimos se hayan calmado; 

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- con niños más mayores: debatir con ellos las conductas que los padres no desean, hacerque el niño (junto con los padres si es necesario) repare el daño que haya causado y enmiende su conducta o restringirle privilegios (ver la televisión o salir con los amigos). En estas situaciones siempre es importante evitar insultar al niño o dañar su dignidad, puesto que lo que se considera indeseable y se desaprueba es la conducta, no al niño. Los padres también deben pensar en la capacidad del niño para entender y cumplir las normas, comprender las circunstancias y la gravedad de su conducta. Al establecer los límites, deben pensar en lo que es razonable para el niño en función de su edad y de su etapa de desarrollo y pensar en las razones por las que se establecen dichos límites. Muchos padres descubren que pueden evitar coaccionar a sus hijos si establecen una relación sensible, satisfactoria y de respeto mutuo desde su nacimiento. La clave para enseñar al niño a controlar sus propias conductas de forma eficaz es establecer una relación de respeto mutuo y esperar cooperación por parte del niño desde una edad temprana. Los niños responden al respeto y a las expectativas positivas. Esto significa que los padres deben centrarse en la actitud positiva en lugar de pensar en las malas conductas y asegurarse que el niño entiende qué se espera de él y qué puede hacer. 

Para ayudar al niño a aprender conductas positivas, los padres pueden: 

- Prestar atención positiva de forma regular y tener comunicación con el niño con independencia de su edad. A medida que el niño    crece, los padres   deben seguir su evolución e interesarse por las relaciones con sus iguales y su rendimiento escolar; 

- Escuchar cuidadosamente al niño y ayudarle a expresar sus sentimientos; 

- Ayudarle a entender las posibles consecuencias de sus actos; 

- Fomentar las conductas deseables reforzándolas e ignorando comportamientos de menor importancia no deseados. 

- Comportarse como desean que lo hagan sus hijos, comunicarse con ellos de forma respetuosa y enseñarles a resolver sus conflictos de manera constructiva.     

Los padres respetados por sus hijos pueden apoyar mejor sus conductas deseables y reducir las no deseables. Para ser respetados, los padres deben admitir que también pueden cometer errores, asumiendo la responsabilidad de su conducta parental y de la calidad de la relación con sus hijos en lugar de culparlos.


ANEXO 4 RECURSO PARA PARENTABILIDAD POSITIVA

Recursos para la parentalidad 

Todos los padres quieren ser buenos para sus hijos. Sin embargo aunque ser padre o madre es una experiencia gratificante también puede ser fuente de estrés. Muchos padres y madres reparten su tiempo y su energía entre distintas obligaciones (trabajo, cuidado de los hijos, cuidado de familiares mayores). El tiempo con los niños es precioso, pasa rápidamente y no vuelve. La parentalidad positiva exige que los padres y los hijos pasen tiempo juntos. Aunque esto es especialmente importante en los primeros años de la vida del niño, no debe olvidarse que los adolescentes también necesitan a sus padres. También es esencial que los padres encuentren tiempo para ellos mismos, para atender sus propias necesidades de intimidad, relaciones sociales y entretenimiento. Los padres necesitan recursos y acompañamiento para establecer de forma eficaz un buen contacto con sus hijos y proporcionarles apoyo y orientación. En este sentido, los padres pueden aprender mucho hablando de sus experiencias con otros padres, con amigos y familiares. También pueden recurrir a servicios 

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profesionales que de forma directa (educación para padres) e indirecta (terapia de pareja) les apoyen en su papel parental. Pedir ayuda constituye un acto de responsabilidad, no de debilidad. 

¡RECUERDE QUE PADRES Y MADRES SON REALMENTE IMPORTANTES PARA SUS HIJOS E HIJAS, TENGAN LA EDAD QUE TENGAN!






 

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