Parentalidad

Concepto

A continuación se ofrece la información esencial para ilustrar el significado y el alcance del concepto “parentalidad positiva”.

De acuerdo con la definición acuñada en la Recomendación Rec (2006) 19 del Comité de Ministros del Consejo de Europa, el << ejercicio de la parentalidad positiva se refiere al comportamiento de los padres fundamentado en el interés superior del niño, que cuida, desarrolla sus capacidades, no es violento y ofrece reconocimiento y orientación que incluyen el establecimiento de límites que permitan el pleno desarrollo del niño>>

El objetivo de la tarea de ser padres y madres es el de promover relaciones positivas en la familia, fundadas en el ejercicio de la responsabilidad parental, para garantizar los derechos del niño, de la niña y del adolescente en su seno y promover su desarrollo y bienestar personal y social.

Frente al concepto de autoridad parental, el concepto de responsabilidad parental plantea un control parental autorizado basado en el afecto, el apoyo, la comunicación, el acompañamiento y la implicación en la vida cotidiana de los hijos e hijas. Esta es la forma de lograr una autoridad legitimada ante ellos, basada en el respeto, en la tolerancia, la comprensión mutua y en la búsqueda de acuerdos que contribuyan al desarrollo de sus capacidades.

Principios

Se trata de los pricipios sobre los que se sustenta el ejercicio de la parentalidad positiva. A pesar de la diversidad de interpretaciones personales que conlleva el desarroyo de la responsabilidad parental,existen una serie de pricipios de actuación generales que conforman la columna vertebral sobre la que se sustenta el ejercicio de una parentalidad positiva y responsable. Estos principios favorecen cursos de desarroyo adecuado en los menores y fomentam su bienestar físico y mental ( Rodrigo y Palacios, 1998): 

- Vínculos afectivos cálidos protectores y estables para que los menores se sientan aceptados y queridos.

-Entorno estructurado, que proporciona modelo, guía y supervisión para que los menores aprendan las normas y valores.

-Estimulación y apoyo al aprendizaje cotidiano y escolar para fomento de la motivación y sus capacidades.

-Reconocimiento del valor de los hijos e hijas, mostrar interés por su mundo validar sus experiencias, implicarse en sus preocupaciones, responder a sus necesidades.

-Capacitación de los hijos e hijas, potenciando su percepción de que son agentes activos, competentes y capaces de cambiar las cosas e influir sobre los demás.

 

-Educación sin violencia, excluyendo toda forma de castigo físico o psicológico degradante, por considerar que el castigo corporal conntituye una violación del derecho del menor al respeto de su integridad física y de su dignidad humana.

 

Necesidades

La parentalidad positiva se construye en la esfera de las relaciones más íntimas ligadas a la historia personal de la madre, del padre o de las figuras parentales con sus familias de origen, pero se despliega en el marco de las relaciones de pareja, del trabajo, de las redes de apoyo de la familia extensa, las amistades, el vecindario y la comunidad que rodean a las familias y según las condiciones socio-históricas y económicas del momento en que les haya tocado vivir.

El ejercicio de la parentalidad positiva no se ejerce en un espacio vacío, sino que requiere de aliados y de apoyos materiales, de información y consejo, de acompañamiento, de comprensión y de carácter formativo para mejorar su ejercicio. Todos estos apoyos, que proporcionan personas e instituciones, favorecen el bienestar físico y psicológico de los miembros de la familia, reduciendo el impacto de los acontecimientos estresantes y promoviendo un sentimiento de identidad, de autoestima y de integración a la sociedad.

Todas las familias, en algún momento de sus vidas, pueden experimentar situaciones estresantes y contar con apoyo insuficiente ante los múltiples retos que deben afrontar como resultado de transiciones o crisis vitales, presiones económicas, cambios en las condiciones sociales, deterioro de los barrios y de los lazos con la comunidad, dificultades para afrontar el rol parental en solitario, entre otras. Es necesario identificar las necesidades de apoyo que tienen las familias para ejercer la parentalidad positiva y trabajar con ellas y con los hijos e hijas para reforzar sus capacidades respectivas con el fin de alcanzar las metas de desarrollo adecuadas. 

Prevención y promoción

La prevención supone poner en marcha acciones orientadas a minimizar la influencia de los factores de riesgo y potenciar la influencia de los factores de protección del entorno de las familias. Los factores de riesgo implican la presencia de estresores psicosociales que complican la tarea de ser padres como por ejemplo, pobreza y desempleo, desorganización doméstica, barrios violentos o crisis en la pareja.

Por su parte, los factores de protección como, por ejemplo, el afecto en la familia, la estabilidad emocional de los padres,  las altas expectativas sobre los hijos e hijas, una buena supervisión con normas claras o relaciones positivas con la familia extensa, permiten dotar a la familia de recursos y capacidades para hacer frente a dichos estresores.

Las acciones de promoción nos permiten incrementar las habilidades y capacidades de las personas y de las familias para que puedan satisfacer sus necesidades, resolver sus situaciones problemáticas y movilizar los recursos personales y sociales necesarios para poder mejorar el control de la propia vida.

Por ello, desde la perspectiva de la parentalidad positiva resulta clave el fortalecer las competencias parentales, entendidas como aquellas capacidades que permiten a los padres, las madres u otras figuras parentales afrontar de modo flexible y adaptativo la tarea de cuidar y educar a los hijos e hijas para cubrir sus necesidades físicas, psicológicas y sociales, aprovechando todas las oportunidades y apoyos sociales de su entorno.

Políticas publicas de apoyo

El ejercicio de la parentalidad, aunque vinculado a la intimidad familiar, debe ser considerado como un ámbito de la política pública y, por ello, deben adoptarse todas las medidas y crear las condiciones necesarias para un ejercicio positivo de la parentalidad. Crear las condiciones adecuadas significa tomar medidas para eliminar los obstáculos a la parentalidad positiva, como son las políticas para promover una mejor conciliación de la vida familiar y laboral, fomentar servicios y entornos laborales favorables para la familia, o sensibilizar a las comunidades para que creen recursos y redes de apoyo para las familias.

El ejercicio positivo de la parentalidad debe ser hoy en día un valor, una inversión de futuro y un recurso de las sociedades que hay que proteger y apoyar, dado su papel crucial en el desarrollo integral de las personas y en la protección de sus derechos, especialmente de las más vulnerables, y como instrumento de cohesión y bienestar social de las comunidades. En esta línea, se deben arbitrar los apoyos necesarios para un desarrollo adecuado del ejercicio de la parentalidad, sobre todo en los entornos donde viven las familias, para que éstas reciban una respuesta próxima, integral y más ajustada a sus necesidades.

-Los objetivos a alcanzar con las políticas públicas de apoyo pueden sintetizarse en cuatro grandes grupos que atañen al bienestar de los     individuos, las familias y las comunidades:

-Construir mejores futuros para las familias. Para ello hay que contribuir a promover las capacidades educativas y el desarrollo personal     y social de las figuras parentales y de los propios niños, niñas y adolescentes.

-Contribuir a crear las condiciones educativas y psicosociales, así como los apoyos comunitarios apropiados para el ejercicio de la      parentalidad positiva. Para ello hay que facilitar la ampliación de las redes naturales de las familias y asegurar el acceso universal de las  mismas a los recursos materiales, educativos, de salud, sociales y culturales de la comunidad.

-Promover una buena coordinación y co-responsabilización entre los servicios de la comunidad. Esta coordinación implica a las  instituciones tanto públicas como privadas en contacto con las familias.

-Asegurar los sistemas de calidad en los servicios y en las buenas prácticas de los profesionales. Ello supone mejorar la gestión de los  servicios y programas, así como diseñar e implementar la evaluación rigurosa de los mismos y fomentar la innovación de las prácticas  profesionales.

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